Un animal no había pasado por un cambio de imagen tan radical desde que Mickey Mouse mejoró la imagen del roedor doméstico común, sin embargo, los tiburones —que alguna vez fueron el centro de sangrientas cintas clásicas de horror como Tiburón y Alerta en lo profundo— llegaron al nuevo milenio como "creaturas hermosas". El gran tiburón blanco ya no es abominable, siniestro ni come hombres; ahora es más probable que en internet lo llamen magnífico, poderoso y hermoso. El gobierno de Australia decidió el mes pasado empezar a reducir la población de tiburones tras una serie de ataques letales, lo que provocó el surgimiento de un club de aficionados a los tiburones; en Asia, donde la aleta de tiburón es considerada un manjar, su consumo ahora atraerá las miradas reprobatorias. Los activistas australianos sabotearon las trampas con carnada para frustrar el sacrificio selectivo y la célebre víctima de un ataque de tiburón, Paul de Gelder, se unió al coro de críticos. "El océano no es nuestra piscina casera", escribió en su blog. "Es un lugar maravilloso, hermoso y peligroso… sus habitantes necesitan protección de quienes lo podrían dañar". No se sabe cuándo fue que los visitantes de las playas de Australia dejaron de celebrar y empezaron a protestar contra la eliminación selectiva de tiburones, pero no queda duda de que el animal alguna vez considerado un monstruo de las profundidades ha pasado por una revolución de relaciones públicas en los últimos años. Paul Hilton, buzo y fotógrafo cuyo ensayo fotográfico, Shark Fin, le valió el Premio World Press Photo en 2012, dice que el mayor conocimiento sobre los tiburones y el lugar que ocupan en el ecosistema ha creado mayor consciencia respecto a esta especie. "Han existido por unos 450 millones de años, son hidrodinámicos, son perfectos para su entorno… es bastante asombroso verlos nadar por el agua", dijo Hilton a CNN. "Tal vez un tiburón no sea mi animal favorito, pero tiene su lugar y vive en donde necesita estar". Dijo que los estereotipos sobre los tiburones son tan fuertes que es difícil eliminarlos incluso cuando buceas junto a ellos. "Bucear con el Gran Blanco es surrealista… la primera vez que ves al tiburón salir de las profundidades no parece real; ves las encías y los dientes. Parecen algo salido directamente de Hollywood. Obviamente son máquinas asesinas, pero tienen su lugar". El padre de Sharon Wok, activista por los derechos de los animales, fue uno de los fundadores del parque marino Ocean Park en Hong Kong; ella dijo que cambiar las percepciones sobre los tiburones en China es un proceso lento, pero que ha ganado fuerza. "En Asia cada vez es más común que haya banquetes sin aleta de tiburón… es lo que está de moda", dijo Kwok a CNN. "Ocasionalmente escucho a la gente decir: 'No como aleta de tiburón, pero como carne de tiburón', aunque usualmente se trata de personas mayores". Dijo que en Hong Kong, la gente menor de 40 años ya no se toma la molestia de pedir aleta de tiburón. "Si la sirvieran en un banquete, tal vez la coman porque no querrían hacer un escándalo y avergonzar al anfitrión. ¿Yo? La rechazo. Le tomo fotos. Hago un escándalo". Dijo que las actitudes en la China continental también han cambiado y que la necesidad de manjares como la aleta de tiburón no estaba tan arraigada culturalmente como muchos creen. "Me doy cuenta de que los chinos continentales están tan acostumbrados a tratar de salirse con la suya que creo que tienen una especie de disposición a esperar a que las cosas resulten contraproducentes de todas formas", dijo Kwok; agregó que en China predomina la idea de que "lo que fácil llega, fácil se va". Los investigadores descubrieron que las actitudes y las percepciones sobre los animales han influido incluso en los estudios científicos: los ejemplares grandes, peligrosos o tiernos reciben mayor atención en los estudios científicos que los animales más ordinarios. Al analizar los estudios realizados sobre unos 2,000 animales entre1994 y 2008, unos investigadores sudafricanos encontraron 1,855 estudios sobre chimpancés, 1,241 sobre leopardos y 562 sobre leones. El manatí africano —que tiene la apariencia desafortunada de un hombre miope y corpulento— fue el menos estudiado: 14 investigaciones. "A ojos de la ciencia, no hay igualdad entre las especies. Unas cuantas especies acapararon una gran parte de la atención científica, mientras que en el caso de otras, la información que podría de utilidad para la conservación es virtualmente inexistente", señalaron los investigadores Morgan J. Trimble y Rudi J. Van Aarde, en su ensayo Species Inequality in Scientific Study (La desigualdad entre las especies en los estudios científicos).
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