martes, 23 de febrero de 2016

los tiburones blancos pueden ser admirados en la Isla Guadalupe


“El buen visitante es casi invisible”, sentenció Emily Post, estadounidense que ganó gran fama en el siglo XX gracias a sus libros sobre etiqueta. Aunque ningún miembro de la flora y la fauna planetaria ha leído sus consejos,todos han seguido con puntualidad esta regla.
Todas las culturas han trazado guías sobre cómo comportarse en sociedad. De filósofos a políticos han redactado reglas con el fin de garantizar una buena convivencia. Sin embargo, en cada continente los humanos han ejercido presión y dañado los ecosistemas al grado de extinguir muchas especies y amenazar a varias más.


La revolución de eco-etiqueta
Si hubiera una lista de reglas de etiqueta naturales esenciales para mantener saludable al planeta, el ser humano estaría rompiendo varias de ellas. En los océanos ha cazado sin control a las ballenas, y pescado a los tiburones blancos. La  supervivencia de estos últimos, que ayuda a mantener el balance de la cadena alimenticia de los mares, está en riesgo.
Violar las reglas de convivencia con la naturaleza implica poner en peligro la biodiversidad. El planeta nos exige una revolución de eco-etiqueta que guíe el comportamiento de los humanos con especies como el tiburón blanco.


La estrella de los mares
En México, los tiburones blancos pueden ser admirados en la Isla Guadalupe, ubicada a 260 km de Ensenada, Baja California, un sitio privilegiado en biodiversidad. Ahí llegan tiburones blancos jóvenes en busca de protección y alimento. Permanecen entre agosto y diciembre para después seguir sus travesías por el Océano Pacífico.
Existen medidas de protección para ver de cerca al tiburón blanco: usar traje de buceo para mantener el calor en las frías aguas del mar y descender dentro de una jaula. El tiburón blanco no ataca comúnmente al ser humano, como falsamente se cree, pero puede confundir su silueta con la de una presa. Una vez dentro del mar, de un azul profundo, el visitante puede disfrutar la majestuosidad de movimientos de este ser dotado con un cuerpo hidrodinámico que le permite desplazarse con gracia y sagacidad.
El tiburón blanco, caracterizado por su curiosidad, merodea las jaulas con tranquilidad.Sus ojos negros tienen la capacidad de ver a colores, a diferencia de otros tiburones. Por increíble que pueda parecer, el rey de los mares gusta de entrar en contacto visual con el hombre. Al establecer esta relación, el visitante queda convencido de la urgencia de protegerlo.
La presencia del tiburón blanco en las aguas mexicanas se traduce en beneficios económicos en cascada: ayudan a generar empleos, a mantener la biodiversidad, y favorecen a comunidades que viven de la pesca. Investigaciones de organismos internacionales han probado que la derrama económica que genera el tiburón blanco vía el turismo es mucho más alta que la que produce como alimento.  
Sin embargo, debido a la sobreexplotación y a la pesca incidental, el tiburón blanco está en la lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

La naturaleza nos llama
Desde 2007, la Alianza WWF-Telcel apoya en Isla Guadalupe el programa de marcaje ultrasónico de tiburones blancos, con el fin de investigar su comportamiento, rutas migratorias, hábitos alimenticios y cómo los afectan las actividades del hombre.
Gracias a estas investigaciones se sabe que el tiburón blanco es altamente migratorio. Aunque los estudios acerca de sus desplazamientos oceánicos guardan todavía muchos misterios, sabemos que hay sitios que visitan recurrentemente. Los mismos individuos que vienen a Isla Guadalupe han estado, por ejemplo, en California o en Hawai.
Te invitamos a conocer más sobre esta especie y unirte a los esfuerzos para conservarla. Proteger al tiburón blanco implica resguardar la biodiversidad y el equilibrio de los mares. La naturaleza nos llama, respondamos juntos.

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