Los tiburones nunca han sido bien vistos por el hombre desde hace siglos, especialmente en las zonas de Caribe, pero el gran blanco no tendría la mala popularidad que tiene actualmente si no fuese por un hecho real que ocurrió entre el 1 y el 12 de julio de 1916 en la costa de Nueva Jersey: una oleada de ataques de tiburón a varias personas. La gente nunca se habría planteado que un tiburón se acercase tanto a la orilla del mar y mucho menos que fuese uno que doblase en tamaño a una persona.
El impacto que tuvo tanto a nivel local como nacional dio lugar a una gran oleada de pánico, que unido al miedo ancestral a estos animales, fueron los motivos por los que se comenzó una caza indiscriminada para acabar con los tiburones, pero no solo al culpable de lo ocurrido en la costa de Nueva Jersey, si no a los tiburones blancos, de los que se desconocía muchísimos datos por aquel entonces y se pensaba que solo eran gigantes asesinos de personas. Se les colgó la etiqueta de “come-hombres” y las playas fueron cerradas, esto último por razones más que justificadas, sin embargo los ataques sucedidos el 12 de julio en el río Matawan fueron el hecho que realmente desconcertó a la población.
Para las personas era imposible creer que un tiburón de una envergadura tan grande, o que simplemente un tiburón, entrara en aguas dulces, pero tras la desaparición de un niño y posterior aparición de la mitad de su cuerpo, se confirmó que la causa de su muerte fue producida por las tremendas mordeduras de un escualo. Después de dos muertes en la costa de Jersey y dos más en el río Matawan, un tiburón blanco es atrapado por accidente con la red de unos pescadores en la Bahía Raritan y un taxidermista neoyorquino, que iba en su busca, consiguió acabar con el animal.
En el 2002 y tras una serie de investigaciones financiadas por National Geographic, un explorador submarino aseguró que probablemente las muertes en el mar fueron producidas por un tiburón blanco pero las del rio fueron producidas por un tiburón toro sin ninguna duda. Como ya se ha visto esta serie de trágicas muertes harían del gran blanco un asesino de hombres durante casi todo el siglo XX.
El mito de “come-hombres” para el tiburón blanco ya estaba en boca de todas las personas, evidentemente los biólogos y científicos marinos eran los únicos que no podían aceptar esto. Dicha catalogación por la gente más común hacia el escualo fue potenciada en 1974 por la novela Jaws de Peter Benchley , el cual pensaba que todos los ataques producidos en la costa de Jersey y en el río Matawan habían sido obra del mismo animal, el tiburón blanco. Aunque su novela no tuvo un gran éxito, un año después Steven Spielberg se basó en ella para rodar Jaws (Tiburón). Tanto en la novela como en la película la mayor parte de los datos sobre el animal eran erróneos, buscando solo sensacionalismo y popularidad. Lo que quizás desconociera Spielberg es el impacto que produciría su obra sobre la gente más ignorante: aumentar más todavía el miedo hacia el tiburón blanco. Sin embargo gracias al estudio de esta especie de tiburón, sobre todo desde 1990 hasta la actualidad, se han ido desmitificando varias leyendas sobre el gran blanco y las personas.
Los ataques del tiburón blanco a personas ocurren en muy raras ocasiones, totalmente anecdóticos si se comparan con los de otras especies como el tiburón tigre, el mako o el peligroso tiburón toro que es capaz de adaptarse al agua dulce, en resumen, hay más posibilidades de morir de un ataque cardiaco o de hipotermia en el mar que de un ataque de tiburón blanco.
En todo el Mar Mediterráneo se contabilizaron 30 ataques de tiburón blanco en los últimos 200 años, de los cuales la mayoría no fueron mortales, y en las costas californianas una única víctima mortal cada cinco años, como se ve es algo irrisorio. Cuando atacan a un surfista es simplemente porque creen que es otra cosa, como un elefante marino. No van directamente hacia la presa sin antes haberla probado, y que les haya gustado, o saber qué es por su tamaño. Así por ejemplo si se atrae a un gran blanco con cebo de pescado muerto no irá directamente a por él, lo huele, lo mira y finalmente lo muerde, aunque a veces es un mordisco-prueba y si no le gusta lo deja. En esto se han basado para hacer pruebas con una finalidad: es un animal de costumbres.
Para demostrar dichas costumbres biólogos marinos atraían con carnaza al tiburón blanco, éste la probaba y la aceptaba, le gustaba. Luego echaban al agua un señuelo con la misma forma y tamaño que una foca entre la carnaza, el señuelo flotaba y se movía entre restos de carne y sangre. Pues bien, justo en ese instante por más cebo que echasen el tiburón se desentendía de él, centrándose en dar caza a lo que el animal pensaba que era una foca. De esta manera queda probado que el tiburón blanco prefiere su comida más habitual antes que otro tipo de carne. La carne humana, de hecho se piensa que no les gusta ya que no le aporta las grasas suficientes. También se demostró que no tienen preferencia por la sangre humana en particular, solo por la sangre en general. Otro mito es que solo prefieren aguas frecuentadas por personas y que solo cazan en la superficie, pues bien, están tanto en aguas cálidas como frías, se adentran en alta mar y se sumergen en las profundidades hasta llegar a unos 850 metros, están diseñados para sobrevivir de esta manera. Cuando se desplazan de una zona a otra se quedan en la superficie para navegar, un largo periodo, y se sumergen para alimentarse, un corto periodo, hasta llegar a una nueva zona cálida para cazar ya en la superficie.
Actualmente al gran tiburón blanco se le debe tener más respeto y consideración que miedo, no olvidemos que en su medio natural es una máquina de matar prácticamente perfecta, pero nunca ha sido ni es “el come-hombres del mar”, no es el mayor enemigo de las personas si no que éstas son su mayor enemigo.
El impacto que tuvo tanto a nivel local como nacional dio lugar a una gran oleada de pánico, que unido al miedo ancestral a estos animales, fueron los motivos por los que se comenzó una caza indiscriminada para acabar con los tiburones, pero no solo al culpable de lo ocurrido en la costa de Nueva Jersey, si no a los tiburones blancos, de los que se desconocía muchísimos datos por aquel entonces y se pensaba que solo eran gigantes asesinos de personas. Se les colgó la etiqueta de “come-hombres” y las playas fueron cerradas, esto último por razones más que justificadas, sin embargo los ataques sucedidos el 12 de julio en el río Matawan fueron el hecho que realmente desconcertó a la población.
Para las personas era imposible creer que un tiburón de una envergadura tan grande, o que simplemente un tiburón, entrara en aguas dulces, pero tras la desaparición de un niño y posterior aparición de la mitad de su cuerpo, se confirmó que la causa de su muerte fue producida por las tremendas mordeduras de un escualo. Después de dos muertes en la costa de Jersey y dos más en el río Matawan, un tiburón blanco es atrapado por accidente con la red de unos pescadores en la Bahía Raritan y un taxidermista neoyorquino, que iba en su busca, consiguió acabar con el animal.
En el 2002 y tras una serie de investigaciones financiadas por National Geographic, un explorador submarino aseguró que probablemente las muertes en el mar fueron producidas por un tiburón blanco pero las del rio fueron producidas por un tiburón toro sin ninguna duda. Como ya se ha visto esta serie de trágicas muertes harían del gran blanco un asesino de hombres durante casi todo el siglo XX.
El mito de “come-hombres” para el tiburón blanco ya estaba en boca de todas las personas, evidentemente los biólogos y científicos marinos eran los únicos que no podían aceptar esto. Dicha catalogación por la gente más común hacia el escualo fue potenciada en 1974 por la novela Jaws de Peter Benchley , el cual pensaba que todos los ataques producidos en la costa de Jersey y en el río Matawan habían sido obra del mismo animal, el tiburón blanco. Aunque su novela no tuvo un gran éxito, un año después Steven Spielberg se basó en ella para rodar Jaws (Tiburón). Tanto en la novela como en la película la mayor parte de los datos sobre el animal eran erróneos, buscando solo sensacionalismo y popularidad. Lo que quizás desconociera Spielberg es el impacto que produciría su obra sobre la gente más ignorante: aumentar más todavía el miedo hacia el tiburón blanco. Sin embargo gracias al estudio de esta especie de tiburón, sobre todo desde 1990 hasta la actualidad, se han ido desmitificando varias leyendas sobre el gran blanco y las personas.
Los ataques del tiburón blanco a personas ocurren en muy raras ocasiones, totalmente anecdóticos si se comparan con los de otras especies como el tiburón tigre, el mako o el peligroso tiburón toro que es capaz de adaptarse al agua dulce, en resumen, hay más posibilidades de morir de un ataque cardiaco o de hipotermia en el mar que de un ataque de tiburón blanco.
En todo el Mar Mediterráneo se contabilizaron 30 ataques de tiburón blanco en los últimos 200 años, de los cuales la mayoría no fueron mortales, y en las costas californianas una única víctima mortal cada cinco años, como se ve es algo irrisorio. Cuando atacan a un surfista es simplemente porque creen que es otra cosa, como un elefante marino. No van directamente hacia la presa sin antes haberla probado, y que les haya gustado, o saber qué es por su tamaño. Así por ejemplo si se atrae a un gran blanco con cebo de pescado muerto no irá directamente a por él, lo huele, lo mira y finalmente lo muerde, aunque a veces es un mordisco-prueba y si no le gusta lo deja. En esto se han basado para hacer pruebas con una finalidad: es un animal de costumbres.
Para demostrar dichas costumbres biólogos marinos atraían con carnaza al tiburón blanco, éste la probaba y la aceptaba, le gustaba. Luego echaban al agua un señuelo con la misma forma y tamaño que una foca entre la carnaza, el señuelo flotaba y se movía entre restos de carne y sangre. Pues bien, justo en ese instante por más cebo que echasen el tiburón se desentendía de él, centrándose en dar caza a lo que el animal pensaba que era una foca. De esta manera queda probado que el tiburón blanco prefiere su comida más habitual antes que otro tipo de carne. La carne humana, de hecho se piensa que no les gusta ya que no le aporta las grasas suficientes. También se demostró que no tienen preferencia por la sangre humana en particular, solo por la sangre en general. Otro mito es que solo prefieren aguas frecuentadas por personas y que solo cazan en la superficie, pues bien, están tanto en aguas cálidas como frías, se adentran en alta mar y se sumergen en las profundidades hasta llegar a unos 850 metros, están diseñados para sobrevivir de esta manera. Cuando se desplazan de una zona a otra se quedan en la superficie para navegar, un largo periodo, y se sumergen para alimentarse, un corto periodo, hasta llegar a una nueva zona cálida para cazar ya en la superficie.
Actualmente al gran tiburón blanco se le debe tener más respeto y consideración que miedo, no olvidemos que en su medio natural es una máquina de matar prácticamente perfecta, pero nunca ha sido ni es “el come-hombres del mar”, no es el mayor enemigo de las personas si no que éstas son su mayor enemigo.
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