viernes, 9 de diciembre de 2016

Mis otros tiburones


Otro tiburón de mi infancia fue Mandibulín, el dibujo animado de Hanna-Barbera, aunque aparecía poco en la TV. Era raro engancharlo; no recuerdo nada del personaje, salvo su voz, extremadamente aguda.
Surgió en parte porque Steven Spielberg había puesto de moda a los tiburones con su película; era prohibida para menores, así que no la vi hasta muchos años después. Lo que sí vi de niño fue el póster, o alguna remera, o la cartuchera de algún compañero: la chica que nadaba en la superficie, ignorante del peligro, el tiburón que subía hacia ella a toda máquina, sus dientes como cuchillos desordenados.
Las secuelas de Tiburón se extendieron hasta la década de 1980 y prácticamente dieron forma a todo un subgénero del terror (cuya reencarnación más reciente se basa en la absurda combinación de tiburones con tornados).
Sin embargo, creo haberme olvidado de los tiburones durante esa década, salvo por uno peligrosísimo que aparecía en una de las bifurcaciones del tercer libro de la colección Elige tu propia aventura (¡42 posibles finales!) y por el agente secreto de Ricardo Bauleo en las películas de Tiburón, Delfín y Mojarrita.
De la década de 1990, el único tiburón que recuerdo es el de una canción de Divididos; iba por el aire, en la voz de Ricardo Mollo. Sólo al final de esa década aparecieron otros tiburones. Esos fueron de verdad. Y pude tocar uno.

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