Estos tiburones son muy activos, potentes y con un modo de natación que les permite nadar de manera eficiente durante largos períodos de tiempo a velocidad relativamente lenta. Pueden variar su velocidad rápidamente y maniobrar bruscamente, e incluso a veces saltar fuera del agua.
Es un verdadero depredador y posiblemente el más formidable de los vertebrados marinos. La combinación de su gran tamaño, sus potentes mandíbulas y dientes, y una eficiente locomoción y metabolismo le permiten ser un depredador versátil y veloz con una amplia variedad de presas.
Para la localización de sus presas el tiburón blanco utiliza todos sus sentidos como son el olfato y oído para largas distancias así como la vista para distancias cortas.
Se piensa que pueden medir de 4 a 7 metros, aunque no se sabe realmente cual es el tope de su tamaño, ya que como peces que son, siguen creciendo a lo largo de su vida y cuanto más viejos más grandes, de ahí lo de gran blanco.
Puede pesar hasta 1200 kg.
Es de color negruzco a gris por arriba y blanquecino por el dorso; este patrón, común en muchos animales acuáticos, sirve para confundirse con la luz solar (en caso de mirarse desde abajo) o con las oscuras aguas marinas (en caso de hacerlo desde arriba), constituyendo un camuflaje tan simple como efectivo. El extremo de la parte ventral de las aletas escapulares y la zona de las axilas aparecen teñidos de negro.
Los tiburones blancos se caracterizan por su cuerpo fusiforme y gran robustez, en contraste con las formas aplastadas que suelen lucir otros tiburones. El morro es cónico, corto y grueso. La boca, muy grande y redondeada, tiene forma de arco o parábola. Permanece siempre entreabierta, dejando ver al menos una hilera de dientes de la quijada superior y una o dos de la inferior, mientras el agua penetra en ella y sale continuamente por las branquias. Si este flujo se detuviese, el tiburón se ahogaría por carecer de opérculos para regular el paso correcto del agua, y se hundiría en la misma, ya que al no poseer tampoco vejiga natatoria se ve condenado a estar en continuo movimiento para evitarlo. Durante el ataque, las fauces se abren hasta tal punto que la forma de la cabeza se deforma, y se cierran luego con una fuerza 300 veces superior a la de una mandíbula humana. Los dientes son grandes, aserrados, de forma triangular y muy anchos. Detrás de las dos hileras de dientes principales, los tiburones blancos tienen dos o tres más en continuo crecimiento que suplen la frecuente caída de dientes con otros nuevos y se van reemplazando por nuevas hileras a lo largo de los años. La base del diente carece de raíz y se encuentra bifurcada, dándole una apariencia inconfundible en forma de punta de flecha.
Su mayor percepción del entorno, proviene de una especie de fusión entre oído y tacto conectado a unas células que su piel presenta principalmente, en el morro y los laterales, y que se denominan células ciliadas. Ellas le permiten entre otras cosas, detectar las corrientes y vibraciones, controlar la dirección y percibir sonidos de baja frecuencia, emitidos por los peces agonizantes. También, es muy acusada la sensibilidad de su olfato, capaz de detectar la sangre a grandes distancias y, al contrario de lo que suele pensarse, su vista. Aunque está más preparado para actuar en condiciones de escasa luminosidad, presenta como particularidad, una membrana llamada tapetum, que actúa a modo de pantalla reflectora incrementando notablemente la sensibilidad del ojo.
Las presas del tiburón incluyen una amplia gama de peces óseos. También se alimentan de condrictios (otros tiburones y rayas). Las tortugas marinas son en ocasiones alimento. Los mamíferos marinos son una importante fuente de alimento y se alimentan de marsopas, delfines, y pinnípedos como focas, elefantes marinos del norte, leones marinos de California, y otras especies. También consume carroña, incluidos los grandes cetáceos, mamíferos de mataderos y otros orígenes, y rara vez de seres humanos. Entre los invertebrados hay calamares y otros gasterópodos y cangrejos. A veces se ha encontrado basura en sus estómagos, pero es raro.
Con respecto a su nombre, se les llama de varias maneras:
Se le llama tiburón blanco porque algunos ejemplares viejos con el paso de los años van cambiando del color negruzco del dorso al gris claro, que junto al blanco del vientre le dan el aspecto de ser blancos.
En España, la denominación tradicional de origen medieval lo identifica como jaquetón (aumentativo de jaque, amenaza), nombre que junto con distintos adjetivos se aplica también a muchas otras especies de la familia Carcharhinidae.
Existe también el nombre jaquetón blanco, derivado de la fusión entre el nombre anterior y el de tiburón blanco, más popular en la actualidad.
El nombre de marrajo, como se le menciona a veces, puede llevar a confusiones con otras especies de tiburones.
En Cuba se le conoce como jaquetón de ley, nombre que en España queda reservado a la especie Carcharhinus longimanus.
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