Aunque cueste creerlo por la leyenda urbana tan intensa en contra, los
ataques de tiburones contra seres humanos son bastante raros. Dentro de éstos, los del tiburón blanco se pueden considerar anecdóticos si se comparan con los del
tiburón tigre (
Galeocerdo cuvier) o el
tiburón toro (
Carcharhinus leucas), el último de los cuales puede incluso remontar grandes ríos (Misisipi, Amazonas, Zambeze etc.) y atacar a las personas a varios kilómetros del mar. No obstante, las muertes causadas por estas tres especies en su conjunto son inferiores a las provocadas por serpientes marinas y cocodrilos cada año, e incluso menores que los fallecimientos ocasionados por animales tan aparentemente inofensivos como abejas, avispas e hipopótamos. Se considera que es más probable morir de un ataque al corazón en alta mar que por el ataque de un tiburón.
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